Nadie puede jugar con esos fantasmas alrededor

Por Andrés Pascual

Cuando no se permitían profesionales en
los campeonatos de aficionados de pelota y el equipo cubano lucia “fuera de
grupo”, también perdieron algunos eventos como Edmonton-81, Copa del Mundo y
Habana-82, Juegos Centroamericanos.

En cada competencia, los castristas
enfrentaban a colegiales americanos, algunos de ellos en niveles de selecciones
del draft y con desarrollo posterior en Grandes Ligas; muy pocos alcanzaron el
rango de estrellas como Fred Lynn, Steve Kemp, Joe Carter, Robin Ventura, Mark
McGwire, o un rango intermedio como Greg Olson, Joe Sluzarski, Ben MacDonald,
Mickey Morandini, Jim Abbott o Tino Martínez.

Fueron equipos cubanos que pasaron sin
perder nivel de juego de Armando Capiró, Félix Isasi, Muñoz, Fermín Laffita o
Lázaro Pérez, a Omar Linares, Casanova, Germán Mesa o Juan Castro; de Navajas
González, Vinent, Changa Mederos y Gaspar Legón u Oscar Romero, a Rogelio
García, Julio Romero, Juan C. Oliva, Dalcourt o Alemán…Sin dudas, la mejor
etapa de la pelota de Castro: el período 1969-1989.

Jugaban contra verdaderos amateurs de
otros países; sin embargo, Nicaragua, Estados Unidos, Panamá y la Republica
Dominicana dejaban la piel en el terreno contra Castro…

El problema es que aquellos equipos, tan
recordados en esta etapa de decadencia y ausencia absoluta de clase y cantera
de la pelota cubana, perdieron muchos juegos en el período y ganaron muchas
veces, porque el club que les venció caía después contra cualquiera.

Ocurrió casi todos los años hasta 1988. En
esa época, la opinión generalizada era que muchas de las novenas que vencían a
Cuba se conformaban solo con eso; a fin de cuentas, nada material resultaba del
desempeño exitoso en el amateurismo para el jugador no cubano.

En la Serie Mundial de 1969, ganaron
porque un catcher colegial americano inexperto, de solo 18 años, no supo o no
pudo retener el tercer strike tirándole ¡Tres veces! contra un bateador que dio
hit de rolling sobre segunda para empatar, después que el pitcher zurdo Larry
Osborne los había dominado como ni Sandy Koufax hubiera podido hacer.

En 1970, el pitcher derecho Burt Hooton
les tiró 18 innings separados (dos juegos) sin hits ni carreras; Cuba ganó el
segundo en 10 episodios porque Hooton corrió mucho para extender a triple un
batazo y dejó la energía en el esfuerzo; lográndose un juego final de desempate
entre Cuba y Estados Unidos que no conocían los norteamericanos de su
existencia. Fue en el que Huelga relevó a Changa Mederos (lo bombardearon) y,
entre la bebida y el terreno mojado, derrotaron al zurdo Richard Troedson 5-3.

En 1971, en los Panamericanos de Cali,
Estados Unidos le bateó 3 jonrones con bases limpias a José A Huelga (uno de
ellos de Fred Lynn con 17 años y otro de Allan Bannister con 19) y los
antillanos vencieron 4-3 con el agua al cuello hasta el noveno…

En 1972, en Nicaragua, durante la Serie
Mundial Amateur, Cuba perdió contra el derecho local Julio Juárez 0-2; pero le
ganó a Estados Unidos por un jonrón de Marquetti con la primera desocupada y
hombre en segunda 3-2. Un relevo espectacular de Navajas González, que dominó
con dos en base a 5to. y 6to. bates el 7mo, fue realmente la clave de la
defensa cubana, mucho mejor que el de Vinent como cerrador.

En 1973, el pitcher zurdo Antonio
Herradora caminó 7 innings sin hits ni carreras contra Cuba, pero un jonrón de
emergente de Elpidio Mancebo liquidó las aspiraciones de Nicaragua: Cuba una
carrera, un hit, un error; Nicaragua cero carreras, 3 hits, cero errores…(en
estos datos numéricos apelo a la memoria)

En 1975 vinieron de abajo y le ganaron
4-3 a Estados Unidos con relevo de Julio Romero y triple de Urquiola, fue en
los Panamericanos México-75.

En la Serie Mundial de Colombia en 1976,
Porfirio Altamirano los blanqueó 5-0 y ganaron el evento. En 1978 ganaron 3-2
contra Estados Unidos y también la serie

Pero, en la La Habana en 1979, le
ganaron a Estados Unidos por jonrón de Cheíto Rodríguez al zurdo Ken Daley.

En 1980 le ganaron 5-4 a Estados Unidos y
1-0 a Japón por un jonrón de Antonio Muñoz en la Serie Mundial.

En 1981 perdieron la primera Copa Mundial
en Edmonton, Canadá, contra Estados Unidos; pero los anfitriones y Dominicana
los mataron a palos 8-1 y 15-11.

En 1982 perdieron contra Dominicana los
Juegos Cenroamericanos en La Habana, además, en total, como el año anterior,
perdieron 3 juegos.

Cuando influyeron para que se crearan las
Series del Caribe en 1971, circuito amateur, pasaron más de un susto, como el
juego contra Puerto Rico, que decidió Blandino con jonrón de emergente por
Rosique, que había bateado de 3-3 en 1971 ó 72?

Así, con el agua al cuello, fue que ese
equipo, tan recordado por los frustrados fanáticos por la derrota
consuetudinaria de hoy, ganaba antes; o por la ayuda de un árbitro en una
descarada decisión en primera en la Serie Mundial de Parma-88 a favor del
corredor Luis Giraldo Casanova, a quien Tino Martínez casi le saca el mondongo
con el mascotín en tiro abierto de Robin Ventura sobre el corredor, a dos
metros de primera y el magistrado vendido decretó quieto en contra de Jim
Abbott.

En el interín, varios juegos perdidos o
muy apretados en cada serie contra Puerto Rico, Colombia…como la victoria 3-2
del dentista Carlos Lowell, padre de Mike y cubano naturalizado americano, en
la Serie Mundial celebrada en Cuba en 1971. Nunca se mostraron como un fuera de
grupo extraordinario; sino como equipos que tenían mucha veteranía, que jugaban
como profesionales de estado contra verdaderos aficionados y por el team work
producto de hasta 10 temporadas juntos en un béisbol de muy poco nivel de
juego.

Eso, más las propias Series Nacionales y
la injusticia ante la conformación del plantel del tirano a eventos
internacionales por circunstancias políticas, estancaron al pelotero cubano y
acabó alejando al niño y al joven de los terrenos de juego, sobre todo en La
Habana, Las Villas y Matanzas, provincias símbolos en el desarrollo del béisbol
en la Isla a través de la historia.

Siempre bregaron los equipos de Castro
con la preocupación, ajena al terreno de juego, por las posibles represalias
ante derrotas, preferentemente contra Estados Unidos; porque el dictador sí
entendía perfectamente que el único equipo preparado para esos eventos, camuflados
en un nivel al cual no pertenecían, era el suyo y por eso, porque Castro hacía
la inversión monstruosa en una actividad inocua, sin trascendencia práctica,
aunque ideológica, no les aceptaba perder…

Hoy, que la cantera desapareció y los
jugadores no son de la clase histórica profesional cubana en su mayoría, tal
vez desapareció la presión ideológico-partidista en cuanto a la victoria y a la
derrota, porque el gobierno reconoce con el silencio que ni hay cantera ni
amateurs enfrente y lo reconocen porque no hay más alternativa a pesar de la
gritería de Taladrid en Cuba Debate y de la Mesa Cuadrada.

Sin embargo, el infeliz jugador cubano
de hoy tiene otro dilema al frente que no lo tuvieron ni Muñoz ni Marquetti ni
Lourdes Gourriell ni Casanova ni Kindelán, que no batearon contra Steve Carlton
ni contra Nolan Ryan ni contra Joaquín Andujar; ni sus pitchers enfrentaron a
George Brett ni a Mike Schmidt ni a Cheo Cruz o a Rod Carew.

El jugador de hoy tiene un problema grave,
porque, ante cada derrota, su público histórico funciona como un fiero e
intolerante fiscal de reclamo tardío, actitud que ya no asume el Partido en la
Isla y que está muy relacionada con lo poco que conocen la historia
sociopolítica del juego en Cuba.

De tal forma es incómoda la situación
para estos peloteros que, como si fuera poco el hambre y la necesidad que
tienen, deben jugar con una serie de fantasmas danzando a su alrededor que,
injustamente, les señalan cómo se jugaba a la pelota en Cuba cuando, ante individuos
que de peloteros solo tenían el traje, no lo hicieron como para posar de
acusadores en una causa que se sabe muy bien quien debe ser condenado y, hacia
ese culpable, deben voltear el dedo.

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